La demanda estructural y constante que tiene la población Argentina frente al dólar, se sustenta a partir de varios factores, principalmente en relación con la historia Económica y los vaivenes a nivel social y político, que no pueden escapar a cualquier análisis sobre el sistema financiero local.
Si las autoridades monetarias controlan la oferta de dinero pueden influir sobre el tipo de interés, lo que les permite actuar sobre la economía real a través de un mecanismo de transmisión indirecta que, por medio del multiplicador, elevan el ingreso y el empleo.
Pero tal mecanismo de transmisión se ve entorpecido por la especulación, y la demanda estructural y constante de dólares que tiene la población nacional.
El dólar no se demanda para financiar la actividad productiva sino para financiar la actividad especulativa y para “cubrirse” de posibles sacudones económicos a nivel local, y del proceso inflacionario. Por lo tanto una expansión la oferta de dinero en pesos no modifica el tipo de interés porque pierde potencia.
Mientras que la política monetaria sigue la entrada de dólares por saldo de la balanza comercial y mirando a su vez las políticas de tipo de cambio de los países relacionados comercialmente, como Brasil, para decidir el nivel de tipo de cambio, la demanda estructural y constante de dólares por parte del público en general hace que el Banco central tenga que contraer la cantidad de dinero y liquidar reservas casi en forma constante.
Sumando este escenario y los acontecimientos a nivel internacional, determinan la preferencia por la liquidez que se materializa pero en una moneda diferente al peso y eso pone en juego la efectividad de cualquier política monetaria.
Hay una primer capa de la población que esta ajena al sistema financiero, por desconocimiento de su funcionamiento, y de las alternativas de inversión, por eso direccionan sus ahorros directamente hacia la moneda verde y hacia el “Colchon”. Un tema para mencionar es el riesgo inherente que tiene cualquier inversión financiera y más en el actual contexto que ayuda todavía más a que la preferencia por la moneda de EEUU sea más evidente.
Esta es una forma que toma la fuga de capitales, cuyo concepto se piensa como el dinero que sale del país cuando en realidad la fuga se debe ante la salida del sistema financiero. La idea es no perder algo del poder adquisitivo ante el contexto de inflación, y además la posesión de dólares tiene un alto poder psicológico ya que cuando se adquiere se obtiene una sensación de seguridad. Por eso el dólar tiende a tener más presión cuanto más sube porque se convierte en un giffen, cuanto más sube más expectativa tiene de subir. Sobre el común de la gente sale a demandar más y convalida sus expectativas, es lo que se llama profecía autocumplida.
Hay que tener en cuenta a su vez tres factores muy importantes que presionan sobre la demanda de dólares; Por un lado, la demanda que tienen las empresas dentro del territorio nacional pero de capital extranjero para girar hacia casas matrices, basado en la estructura productiva local muy sesgada hacia el capital extranjero. Como segundo factor tenemos la demanda de dólares para hacer frente al aumento de las importaciones presionado por la recuperación en el ingreso nacional.
Por otro lado hay que mirar hacia el otro tipo de inversión típica de la población Argentina, el mercado inmobiliario. En este caso los altos precios en dólares de las propiedades que ajustan año tras año de las hacen cada vez más difícil utilizar el ladrillo como reserva de valor, porque directamente para la mayoría no está a su alcance.
Esta situación actual del mercado inmobiliario hace que al no poder entrar en el mercado los ahorros se direccionen hacia el dólar y junto con la demanda estructural presione sobre las reservas internacionales del Banco central.
En términos de reservas, el banco central tiene la capacidad de colocar el tipo de cambio en los niveles que desee, cuestión que no sucedía en otras épocas históricas a nivel nacional y en ese caso nos pone en una situación ventajosa.
Ahora bien para poder mantener y controlar el tipo de cambio sin generar expectativas negativas se debe generar ingresos de divisas, por lo tanto mientras la Economía local pueda mantener el superávit de balanza comercial, diversificando los destinos comerciales y exportando valor agregado, seguramente no tendrán grandes problemas, pero una economía a nivel internacional en recesión pone a prueba la capacidad local para hacer frente a una posible contracción del comercio.
Lic. Jorge Gabriel Barreto
Economista, Consultor Económico-Financiero
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