sábado, 25 de agosto de 2018

Efectos de transmisión externos y vulnerabilidad interna junio 2018

Voy a poner una nota de junio del 2018 que para estos meses parece que se quedo corta pero considero interesante para el lector.



Efectos de transmisión externos y vulnerabilidad interna


Barreto Jorge Gabriel, Economista (UBA)

Podemos indicar que, ante un aumento de la tasa de interés de referencia de EEUU, esto provoca un cambio en los rendimientos relativos de los activos de todas las economías. Este fenómeno genera como contrapartida un reacomodamiento en las carteras de activos de inversores tanto institucionales como particulares, en detrimento de activos relativamente más riesgosos o desfasados. Esta modificación implica para los inversores, un desequilibrio en las paridades de tasas que empuja necesariamente un ajuste en las tasas de interés de las economías periféricas para acompañar el ciclo de tasas del país del norte. Para el caso Argentino, quedó reflejado en el freno brusco y posterior salida de divisas de reconocidos fondos de inversión que estaban especulando con activos locales.

Por lo tanto, el efecto de transmisión que se convierte en sistémico juega su papel desde la cuenta financiera de la balanza de pagos, donde el flujo de inversión de cartera se revierte liquidando instrumentos de inversión en moneda local, pasando a dólar su tenencia para luego hacer el llamado “Fly to Quality” hacia bonos del tesoro Americano. 

En esta dinámica, juega un papel importante la regla u objetivo del Banco Central en cuanto a mantener el tipo de cambio relativamente estable o dejar que el exceso de oferta de pesos que equivale a un exceso de demanda de divisas presione el aumento del tipo de cambio generando una depreciación de la moneda. Si el Banco Central interviene para evitar el salto del tipo de cambio aplica una política monetaria contractiva intercambiando pesos por dólares con la consecuencia inmediata de liquidar reservas internacionales. 

Para el caso Argentino, no solo se combinó un aumento en la tasa de interés muy esperada  en EEUU (primer error grave de los Policy Makers locales), sino que el stock de deuda interna que mantiene el Banco central en cuanto a las Letras que emite (LEBAC) vuelve cada vez más pesado en términos de interés y renovación su efectivo pago sin generar un fuerte desequilibrio en el mercado de dinero. 

Las LEBAC son un instrumento de control monetario que utiliza el Banco central para esterilizar la cantidad de dinero que emite como contrapartida a la entrada de divisas derivada de la fuerte y casi dogmática colocación de deuda del Estado Nacional. Gran parte de las necesidades de deuda derivan en la profundización de los desequilibrios macroeconómicos internos como por ejemplo el fuerte déficit fiscal y el déficit comercial (déficit gemelos). 

En tal caso, el BCRA emite letras para absorber dinero emitido, este dinero entra en el Estado Nacional y es usado para las erogaciones estipuladas. La corrida siempre comienza sobre un activo específico y puede transmitirse a toda la economía, en nuestro caso ante una inminente fecha de liquidación del plazo más corto de las Letras comenzó una fuerte salida de LEBAC por parte de diferentes fondos de inversión que habían obtenido en este último tiempo rendimientos en dólares considerables. 

Esto se debe a que, en un contexto de tipo de cambio estable los rendimientos en pesos superan a la tasa de devaluación efectiva logrando grandes beneficios en moneda extranjera en caso de salir. Al vender y generar un exceso de oferta de LEBAC, el precio en el mercado secundario comienza a bajar y como consecuencia subir el rendimiento o la tasa de interés. 

Esta tasa de interés surge de comparar el precio de la LEBAC en el mercado secundario y el valor nominal de la colocación al término del plazo. Como es un instrumento que se emite con descuento y actúa como un bono cupón cero, cuanto más baja el precio sube la tasa de interés, que surge como diferencia entre el precio y el valor nominal. Durante la corrida contra las LEBAC en mayo el tipo de cambio subió más del 20% llegando a valores de $25 por dólar. Y ahora durante junio a poco que suceda el vencimiento nuevamente de la Letra más corta ocurre exactamente lo mismo, el dólar comienza una senda de crecimiento brusco hasta los casi $29 por dólar. 

Ahora bien, ¿El problema se basa en un cambio de la tasa de interés en EEUU? O ¿Es un problema derivado en los grandes y  asimétricos desequilibrios internos?. 

El análisis de la situación nos indica que en realidad se debe en gran medida a problemas de inconsistencias internas y externas. Por un lado el abultado déficit gemelo que viene acumulando la economía Argentina (déficit fiscal y déficit externo) que debe ser financiado con ahorro interno LETES (letras del tesoro) y ahorro del resto del mundo (colocación de deuda externa). Mientras que por otro lado la acumulación de deuda del Banco Central en moneda local (LEBAC) que a fin de cuenta deja virtualmente atada la capacidad del central para aplicar de forma efectiva los instrumentos de política monetaria no dejan mucho margen de acción y obliga a convalidar licitación tras licitación una emisión futura cada vez mayor para asegurarse que no se vuelque al mercado de cambios la liquidez. 

Pero tiene un problema esta lógica, las LEBAC son un instrumento de extrema liquidez ya que un inversor puede entrar en el mercado primario y luego salir si lo desea al día siguiente. Esto implica que un fuerte movimiento en el mercado secundario generaría una pérdida de divisas del Central si quiere contener el tipo de cambio o dejarlo correr esperando que se estabilice. 

Existe un componente adicional que implica en este caso un error extremadamente grave en el armado de la estrategia y objetivo del Banco Central. Creer que la tasa de interés local actúa como el canal principal para la decisión de inversión, consumo y gasto. Esto quedó reflejado desde diciembre de 2017 cuando se relajó la política monetaria bajando consistentemente la tasa de interés con el fin de reactivar por la tasa el nivel de actividad e inversión. Lo que en realidad sucedió fue que el efecto apalancamiento de la expansión de la oferta de dinero derivo en un aumento de la demanda de dinero especulativa en lugar del aumento de la inversión productiva. Este resultado esconde un problema endógeno del Banco Central, la total pérdida de credibilidad, por esa razón la tasa de interés como instrumento principal de transmisión queda trunco. 

La apreciación del riesgo se distorsionaba por la especie de calma cambiaria y por la fenomenal subestimación que el gobierno realiza en cada uno de los discursos públicos. La especulación contra la moneda origina condiciones económicas objetivas que hacen más atractivo para el gobierno la devaluación.

La “Cascada informativa” que dio el puntapié inicial a la coyuntura de los últimos meses, es la situación en la que los agentes toman decisiones imitando al que tienen al lado antes que usando su propia información, generándose el contagio de forma secuencial, no simultánea. El proceso de mimetización no reside en las diferencias informativas que poseen los agentes, o en sus preferencias o deseos de obtener nueva información, sino justamente en el orden en el que los agentes acceden al mercado para tomar sus decisiones.

Por su parte, la gran información circulante reduce los incentivos para obtener y procesar información, acentuando el efecto del contagio derivado de la información imperfecta. Entonces si la obtención de información es un costo fijo, que genera economías de escala, la industria financiera se organiza en “especialistas” de cada subsegmento del mercado. 

En consecuencia, existen inversores “informados” junto a otros “desinformados”; los primeros ejercen un papel de “gurus”, de líderes en la toma de decisiones. Su propia posición privilegiada les lleva a tener una cartera más apalancada, y por lo tanto son los primeros que venden cuando necesitan liquidez, pero esta decisión puede actuar de banderín de enganche para el resto del mercado, provocando las turbulencias ya conocidas en estos últimos meses. El comportamiento rebaño, a su vez, exacerba la volatilidad, desestabiliza los mercados e incrementa la fragilidad del sistema financiero.

Las reservas internacionales no son infinitas y mucho menos en países como la Argentina donde históricamente jugamos sobre la cornisa de la restricción externa. Esto supone que la apertura de la cuenta capital y financiera de la balanza de pagos debe tener como condición necesaria equilibrios macroeconómicos internos, externos y administración selectiva de divisas. 

En este caso, si pensamos que al liberalizar los controles de capitales para obtener financiamiento externo, este es infinito a bajo costo sin contener los desequilibrios locales vamos por muy mal camino. Ante el mínimo cambio de coyuntura externa quedamos pedaleando en el “aire”. 

En épocas de tasas bajas el efecto expansivo de la acumulación de deuda parece no tener fin ya que el financiamiento es casi automático pero cuando el ciclo se revierte y baja la marea se conoce quién nadaba desnudo.